El Placer De No Hacer Nada

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El mismo día que decretaron el aislamiento preventivo obligatorio, una persona muy allegada a mí me preguntó, creo que con muy buena intención, “¿Y tú, cómo piensas aprovechar esta cuarentena?”

De inmediato mi mente comenzó a crearse toda una estrategia, contemplé hábitos, rutinas, ejercicios, identifiqué qué cosas debía realizar durante este tiempo, no quería quedarme con la sensación que no había hecho nada productivo, después, comenzaron a circular una serie de imágenes por redes sociales donde hacían referencia a que si no salíamos de esta situación con un libro leído, una idea de negocio, una habilidad desarrollada, quedaba demostrado que lo que nos faltaba no era tiempo y sino disciplina. El argumento parece muy lógico, qué mejor oportunidad, que la del tiempo suspendido para ser productivo, no había error en el enunciado, sin embargo, después de organizar milimétricamente mi horario con una serie de actividades y de realizarlas juiciosamente durante varios días, de pronto me pregunté ¿Esto que estoy haciendo, realmente hace que pueda asumir de mejor manera una experiencia tan tensionante como la de estar confinado y con la incertidumbre de saber cuál será el impacto a largo plazo sobre mi estilo de vida?

A continuación les describiré las reflexiones que esta pregunta me suscitó:

  1. Nos hemos habituado a pensar que el único estado ideal es el del rendimiento, es decir, el de productividad, el tiempo comenzó a representarse en dinero, en productos y servicios, cada acto que realizamos parece que debe dar como resultado un ingreso, obviamente, no nos percatamos de ello por el mismo ritmo de vida en el que estábamos, ¿quién tiene tiempo para pensar que tiene demasiado tiempo libre cuando todo el día estamos ocupados? Ahora que de repente y casi que sin previo aviso, el mundo se detuvo, lo primero que valdría la pena pensar es por qué nos cuesta tanto no hacer nada, suena ilógico, pero incluso, llegamos a sentirnos culpables de no ser productivos. Y se encargan de recordárnoslo con mucha frecuencia, con anuncios como inscríbete a esto, realiza este ejercicio, sigue esta conferencia, lee este libro, 20 actividades para compartir en familia y un sinnúmero de estrategias más, que si bien pueden ser efectivas para hacerle frente a la situación, también terminan por ejercer presión sobre cuál es la mejor manera de hacerle frente al aislamiento que ahora vivimos.
  1. No se puede desconocer que el funcionamiento de nuestro cuerpo y mente es mejor cuando se establecen hábitos que los mantengan activos y oxigenados, pero ¿por qué no abrir la posibilidad de no hacer nada? ¿por qué queremos que todo pase en un solo instante? ¿tan abrumador se ha convertido decidir qué deseamos hacer con nuestro tiempo? Algún pensador señalaba que es ese precisamente el éxito de vivir a toda velocidad, quitarnos la posibilidad de vivir a nuestro propio ritmo.
  1. En un país como Colombia donde las cifras de depresión y ansiedad están incrementando, sería importante reflexionar sobre la percepción que tenemos del tiempo, ya no como un instrumento que facilita la cotidianidad, sino como un factor que nos confronta con un estilo de vida en donde lo más importante es estar vigentes, tal situación nos priva de la posibilidad de disfrutar el aroma del tiempo, no estamos en función de lo que da sentido a la experiencia individual, por el contrario, entre más desligados estemos de esa experiencia, más fácil será incorporarse al movimiento rápido y vertiginoso que nos promete el hacer pero no el ser.
  1. No encontramos placer en el “estoy haciendo nada”, no significa que debamos asumir que esta situación sea una fuente de placer, por el contrario, se reconoce la angustia que se deriva de la misma, pero valdría la pena preguntarse, si en una situación como estas, donde el mejor aporte que podemos tener es cumplir con el aislamiento, ¿no podríamos tener el derecho de elegir cómo queremos asumirlo?
  1. Hemos caído en la falsa ilusión de que la felicidad es un bien tangible y similar para todos y más aún, hemos llegado a equipararla con el hacer, tal vez, cada actuación humana en una sociedad que privilegia la productividad es el intento por estar un paso más cerca de alcanzarla, y desmeritamos, incluso asumimos como contrario a lo que se considera una buena vida, el ocio, la pereza. No significa esto una invitación a arrojarnos de una vez por todas a hábitos que en exceso pueden ser nocivos, pero ¿qué habito en exceso no lo es?
  1. La verdad no podría decirles cuál es la mejor manera de sobrellevar esta situación, incluso dudo que exista una más válida que otra, no obstante, estoy convencido que no se puede generar ninguna estrategia efectiva, si se desconoce la posibilidad que tenemos de elegir cómo queremos enfrentar la adversidad, tal vez, sea necesario entender, antes de proponer cualquier medida, que cada uno está gestionando su experiencia emocional de la mejor manera que posible y no es justo que queramos imponer una noción de bienestar solamente porque a otros les ha funcionado, desconociendo el mundo interior de cada humano.

Después de todas estas reflexiones que se me generaron con la pregunta inicial, lo último que podría sugerir, a modo de modesta apreciación es que no hay que sumarle presiones adicionales a esta contingencia, no debes salir con una idea de negocio, no debes salir hablando fluido el mandarín, no es necesario que hayas leído 20 libros, no necesitas ser un experto en gastronomía oriental; solo enfócate en decidir cómo quieres asumir este momento, sin culpas, sin presiones, ni imposiciones. No renuncies a la posibilidad de elegir desde tu propia voluntad, y sí, se vale sentir miedo, se vale estar preocupados y es perfectamente entendible. Recuerda que el gusto que sientes por no hacer nada, no es una carga.

 

Carlos Ocampo

Psicólogo de Selección

Selección Efectiva